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FRASE CELEBRE

El aburrimiento no puede existir donde quiera que haya una reunión de buenos amigos.- "René de Chateaubriand"

sábado, 30 de enero de 2010

PÍNFANO, HISTORIADOR, PERIODISTA Y ESCRITOR



Fotografía: " La Voz de Galicia"

CARLOS FERNÁNDEZ SANTANDER

Carlos Fernández Santander (La Coruña, 1944) es en la actualidad redactor de La Voz de Galicia. Ha colaborado en revistas como Defensa, Historia 16, Naval, Cambio 16, El Ciervo, La Aventura de la Historia o Diario 16, y fue también comentarista de las emisoras Antena 3 Galicia y Radiovoz. En su labor como documentalista cinematográfico obtuvo cerca de medio centenar de premios, entre los que destacaron El Bosco de Oro, el primer premio del Festival Internacional de Cala D\'Or o El Gran Premio Castelo d\'Ouro (Lisboa). También realizó guiones para televisión, destacando los de los programas \"O monacato en Galicia\" y \"¿Lembraste? (crónica sentimental del franquismo)\". Entre otros premios literarios, obtuvo el \"Ejército\" del Ministerio de Defensa y el \"Wesceslao Fernández Flórez\" y \"Julio Camba\" de periodismo. Autor de cerca de cuarenta libros de investigación histórica –ha trabajado especialmente en la guerra civil y el franquismo-, entre ellos destacan Alzamiento y Guerra Civil en Galicia (1992), Los militares en la transición política española (1982), Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable? (1983), Antología de cuarenta años (1936-1975), El almirante Carrero, Tensiones militares durante el franquismo (1985), La persecución de Castelao durante el franquismo (1986), Bibliografía de la novela de la guerra civil y el franquismoEl crucero en la Armada española , El franquismo y transición política en Galicia (1986), Casares Quiroga, una pasión republicana(2000), El exilio gallego en la guerra civil (2003).
Biografía por EDITORIAL CRÍTICA

jueves, 28 de enero de 2010

Entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a MOUSSA AG ASSARID




AQUÍ TENÉIS RELOJ, ALLÍ TENGO EL TIEMPO

“Allí” es en el desierto del Sáhara, en el hogar de Moussa Ag Assarid, un lugar en el que “todo es simple y profundo” donde ”hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!”. Moussa es tuareg y escritor. En su libro “En el desierto no hay atascos. Un tuareg en la ciudad” cuenta cómo pasó de ser pastor de camellos, cabras, corderos y vacas en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali, a estudiar Gestión en la universidad francesa de Montpellier.Kamala Orozco

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...! Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo 

- ¡Qué turbante tan hermoso...!

- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

Es de un azul bellísimo... 
A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...


¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul , para los tuareg, es el color del mundo.

- ¿Por qué?
Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

- ¿Quiénes son los tuareg? 
Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.


- ¿Cuántos son?
Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

¿A qué se dedican? 
Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
 

¿De verdad tan silencioso es el desierto?
 
Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
 

¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
 
Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!


¿Sí? No parece muy estimulante. .. 
Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
 

Saber eso es valioso, sin duda...
 
Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!


Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no? 
Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
 

- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
 
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...


Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja... 
Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
 

Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...

- ¿Tanto como eso? 
Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
 

¿Qué pasó con su familia?
 
Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...
 

¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
 
De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...


- Y lo logró. 
Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
 

¡Un tuareg en la universidad. ..!
 
Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.


- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí? 
Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!


Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto. 
Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...


- Fascinante, desde luego...
Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor... 

Qué paz...
 
Aquí tenéis el reloj, allí tenemos el tiempo.

sábado, 23 de enero de 2010

miércoles, 13 de enero de 2010

CARTA DE UN ANÓNIMO




Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo menos de 48 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. 

En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es "pre-escolar", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" (sí, sí, de IGLESIA, ¿qué pasa? ¿se va a molestar algún árabe?), la O de "ojo" y la U de "uña".. Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Parvulito", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.

En EGB estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos "tracas" o "matracas") Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión (¡!) y Educación Física. En 8º de EGB, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te suspendían.

En BUP, aunque yo era de Ciencias, estudié Historia de España (en 1º), Latín y Literatura (en 2º) y Filosofía (en 3º y en COU). Todavía me acuerdo de las declinaciones (la 1ª.: rosa, rosa, rosa, rosae, rosae, rosa en el singular; -ae, -ae, -as, -arum, -is, -is, en el plural; la segunda;-us, -e, -um, -i, -o, -o, en el singular; -i, -i -os, -orum, -is, -is, en el plural; no sigo que os aburro), de los verbos (poto, potas, potare, potabi, potatum, el verbo beber), de algunas traducciones ("lupus et agni in fluvi ripa aqua potaban; superior erat lupus longeque agni": el lobo y el cordero bebían agua en el río; el lobo estaba arriba, lejos del cordero; "mihi amiticia cum domino erat": yo era amigo del señor).

Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda... Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura. Aprendí que se dice "Presidente" y no Presidenta, aunque sea una mujer la que desempeñe el cargo.

Y... vamos con la Gramática: En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "el ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte". Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independiente-mente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción. De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no "pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", o "residenta".

Y ahora, la pregunta del millón: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española ? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores). Os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!