Participar

Todos los que estén interesados en participar en el enriquecimiento de este medio de comunicación os rogamos que lo hagáis a través de la dirección de correo electrónico siguiente:
pinfanodigital@gmail.com

FRASE CELEBRE

El aburrimiento no puede existir donde quiera que haya una reunión de buenos amigos.- "René de Chateaubriand"

lunes, 20 de mayo de 2013

LA AHE RINDE HOMENAJE A NUESTRAS MADRES EN EL X DÍA DEL PÍNFANO CELEBRADO EN CÁDIZ



Carta a “ellas”

Orla realizada por nuestra compañera Loli Izaga a partir de fotografías de nuestras madres y texto dedicatorio de nuestro compañero Lucas Remirez, presentada y leído con motivo del X Día del Pínfano, celebrado en la ciudad de Cádiz
































Queridas madres:


Os escribo esta carta con la intención, aunque no sé si lo conseguiré, de reflejar en ella lo que sentimos vuestros hijos en estas fechas en las que se ha decidido haceros un homenaje en el recuerdo.

Cuando murieron vuestros maridos, nuestros padres, pasasteis a formar parte de un colectivo, las viudas, para el que ni existía manual de instrucciones sobre la forma de sacar adelante  lo que había quedado de vuestra familia, ni vosotras habíais tenido preparación previa para asumir el papel de padre/madre en vuestro caminar por la vida.

En primer lugar , muchas de vosotras ,las que vivíais en casa militar ,a los pocos meses de fallecer vuestros maridos ,recibisteis un comunicado del Patronato de casas militares, ”invitándoos” a abandonar vuestras viviendas. Las pensiones que os asignaron eran ínfimas  así que ,unas, os pusisteis a trabajar, otras, subarrendasteis alguna de las habitaciones de la casa en que vivíais con aquella coletilla de: con derecho a cocina, algunas, volvisteis a casa de vuestros padres y la mayoría quedasteis viviendo, o mejor dicho, malviviendo, de la pensión que os había correspondido, iniciando un camino de sacrificios diarios para sacar la casa adelante , casa en la que estábamos incluidos nosotros.

Pronto empezasteis a conocer términos que, hasta hacía bien poco tiempo, para vosotras eran desconocidos o no tenidos en consideración: habilitado, pensión, Patronato de huérfanos y tres palabras que, separadas, no decían nada de particular pero que juntas, habían de marcar vuestras vidas y las nuestras: Colegios de huérfanos.

Se os presentó el dilema sobre qué hacer con vuestros hijos, con nosotros, para que la familia pudiera subsistir y poder darnos una educación y una formación dignas. Por compañeros de vuestros maridos, por los habilitados o por viudas anteriores a vosotras, os enterasteis de que, nuestros padres, habían estado cotizando todos los meses, al Patronato de Huérfanos, una cantidad de su paga, con el fin de que el día que ellos faltaran éste os apoyara en todo lo referente a nuestra educación y mantenimiento. Siendo padre, entiendo vuestra desazón y lucha interna durante largas noches de insomnio antes de tomar la decisión de desprenderos de nosotros y mandarnos a colegios, distantes en muchos casos cientos de kilómetros de vuestras casas, en los que pasaríamos la mayor parte de los años de internado dado que, vuestros recursos, os impedirían que pudiéramos regresar en vacaciones, excepto en las de verano, gracias a  que ese viaje lo pagaba el Patronato.

Así comenzaron para vosotras unas  vidas marcadas por nuestras largas ausencias, en muchos casos con vuestros hijos repartidos por diferentes colegios y diferentes ciudades. Unas vidas de sacrificios y privaciones. Unas vidas jalonadas por despedidas en tristes y sucias estaciones de tren, lento trascurrir de días y meses de ausencias, esperas ilusionadas de nuestras cartas, cuando aprendimos a  escribirlas y reencuentros gozosos por nuestro volver a casa.

Nosotros, a su vez, en muchos casos niñas y niños pequeños, no alcanzábamos  a comprender por qué teníamos que separarnos de vosotras, de nuestros hermanos y de nuestro hogar.

Fueron pasando los años y cuando volvíamos a casa, comprobabais como íbamos cambiando y desarrollándonos, física e intelectualmente, sin  vosotras  poder intervenir en ese cambio. Por eso y para evitar que termináramos siendo unos extraños, aprovechabais el tiempo que estábamos juntos para saber de nosotros, de nuestras inquietudes, de nuestras vidas, de nuestro devenir diario, de nuestras formas de pensar y nos mostrabais las vuestras, con consejos que no siempre eran tenidos en cuenta por  nuestra parte. Os enorgullecíais con nuestros triunfos y sufríais con nuestros fracasos.

Cuando terminamos los años de colegios y de estudios, unos antes que otros, y comenzamos a abrirnos camino en la vida, vosotras estabais ahí,  sin interferir  en nuestras decisiones pero apoyándonos cuando las cosas se nos torcían y ofreciéndonos siempre  el refugio, el ánimo y el sosiego que necesitábamos.

Con el tiempo, muchos formamos nuestras familias y cuando tuvimos hijos, vuestros nietos, os volcasteis en ellos con toda vuestra capacidad de querer; como si quisierais recuperar el tiempo que no pudisteis disfrutar de  nosotros.

Cuando llegó vuestra hora, esa fecha inexorable marcada desde el mismo momento de nuestro nacimiento, unas os fuisteis con el sufrimiento de no saber qué iba a ser de nuestras vidas, otras, por el contrario, tuvisteis tiempo de vernos salir adelante y os fuisteis tranquilas con la satisfacción del deber cumplido. Pero todas, unas y otras, lo hicisteis de la misma manera que habíais vivido, con entereza, enfrentándoos solas ante el destino y como si pidierais perdón por las molestias que vuestra partida pudiera ocasionarnos. En esos momentos, es cuando algunos nos dimos cuenta de que os habíais ido sin que, por nuestra parte, preocupados con nuestros problemas, hubiéramos encontrado  tiempo para manifestaros nuestro agradecimiento por todo lo que habíais hecho por nosotros.

Cuando os fuisteis, se nos cortó esa especie de cordón umbilical que nos unía con lo que representaba nuestro pasado. Pasado de huérfanos, pasado de :”Si, esos hermanos huérfanos del 3º-A” o “ ¿Por quién pregunta?...ah , la viuda que vive en el 5º”.Pasado  con luces y sombras , con alegrías y tristezas, con  noches de llantos en el silencio de los dormitorios, con risas en el convivir con nuestros compañeros, con el ir forjando nuestra personalidad en  soledad entre tantos otros , pasado de valernos por nosotros mismos desde muy pequeños, con gozos en nuestros viajes de regreso a casa y pesadumbres en los de retorno a los internados , en fin, pasado con años de separación de vosotras.

Con el tiempo se formó una Asociación en la que nos hemos ido integrando muchos de nosotros, de vuestros hijos, y en nuestros encuentros hemos ido reviviendo ese pasado que la memoria selectiva ha ido dulcificando y del que nos sentimos orgullosos, de él y y sobre todo orgullosos de  vosotras.

Por eso, en  esta décima reunión anual hemos decidido haceros un homenaje, a las que os fuisteis y a las que todavía vivís para suerte y dicha de vuestros hijos.
Con todo el cariño y dedicación por parte de la que la ha hecho, se ha confeccionado una orla para lo que ,setenta de nosotros ,encantados de hacerlo, hemos mandado vuestras fotos .Ahí estáis, guapas a rabiar , setenta mujeres ,en representación de tantas otras ,en una orla encabezada por un rótulo que dice: Madres Coraje. Setenta mujeres, de aspectos distintos, de vidas distintas, de lugares distintos, de costumbres distintas, de niveles culturales distintos, de caracteres distintos; la mayoría, desconocidas entre sí, pero todas unidas por un hilo conductor común: la viudedad no deseada y el sacrificio por nosotros.

Como escribí hace años, fuisteis mujeres, que tuvisteis que afrontar la vida solas. Mujeres, que  asumisteis el papel de padre /madre. Mujeres que, de pronto, os visteis participando en un juego del que no os habían explicado las reglas. Mujeres valientes, forjadas en el luchar cotidiano para que saliéramos adelante. Mujeres que mantuvisteis viva en nosotros la llama del recuerdo de nuestros padres. Mujeres, que  vencisteis vuestros miedos para que nosotros estuviéramos tranquilos. Heroínas anónimas de historias que nadie contará. Mujeres, que llevasteis vuestras carencias con dignidad .Mujeres, que no pedisteis nada a cambio y que sólo aspirabais a que, el día de mañana, nos sintiéramos orgullosos de vosotras. Mujeres, que hicisteis lo que vuestro instinto de madre os dictó que debíais hacer. Mujeres, que sufristeis en silencio para no hacernos sufrir. Mujeres, que os alegrasteis a gritos para que nosotros nos alegráramos con vosotras. Mujeres luchadoras por lo vuestro, que éramos nosotros. Mujeres que supisteis ser y algunas lo sois todavía, auténticas señoras, auténticas damas, auténticas madres coraje.

Para terminar, permitidme que me despida de vosotras como nos enseñaban de pequeños, en los colegios, cuando escribíamos las primeras cartas.

 Recibid un beso de uno de vuestros hijos, que lo es.
Lucas

No hay comentarios:

Publicar un comentario