Carta a “ellas”
Queridas madres:
Os escribo esta carta con la
intención, aunque no sé si lo conseguiré, de reflejar en ella lo que sentimos
vuestros hijos en estas fechas en las que se ha decidido haceros un homenaje en
el recuerdo.
Cuando murieron vuestros maridos,
nuestros padres, pasasteis a formar parte de un colectivo, las viudas, para el
que ni existía manual de instrucciones sobre la forma de sacar adelante lo que había quedado de vuestra familia, ni vosotras
habíais tenido preparación previa para asumir el papel de padre/madre en
vuestro caminar por la vida.
En primer lugar , muchas de
vosotras ,las que vivíais en casa militar ,a los pocos meses de fallecer
vuestros maridos ,recibisteis un comunicado del Patronato de casas militares,
”invitándoos” a abandonar vuestras viviendas. Las pensiones que os asignaron
eran ínfimas así que ,unas, os pusisteis
a trabajar, otras, subarrendasteis alguna de las habitaciones de la casa en que
vivíais con aquella coletilla de: con derecho a cocina, algunas, volvisteis a
casa de vuestros padres y la mayoría quedasteis viviendo, o mejor dicho,
malviviendo, de la pensión que os había correspondido, iniciando un camino de
sacrificios diarios para sacar la casa adelante , casa en la que estábamos
incluidos nosotros.
Pronto empezasteis a conocer
términos que, hasta hacía bien poco tiempo, para vosotras eran desconocidos o
no tenidos en consideración: habilitado, pensión, Patronato de huérfanos y tres
palabras que, separadas, no decían nada de particular pero que juntas, habían
de marcar vuestras vidas y las nuestras: Colegios de huérfanos.
Se os presentó el dilema sobre
qué hacer con vuestros hijos, con nosotros, para que la familia pudiera
subsistir y poder darnos una educación y una formación dignas. Por compañeros
de vuestros maridos, por los habilitados o por viudas anteriores a vosotras, os
enterasteis de que, nuestros padres, habían estado cotizando todos los meses,
al Patronato de Huérfanos, una cantidad de su paga, con el fin de que el día
que ellos faltaran éste os apoyara en todo lo referente a nuestra educación y
mantenimiento. Siendo padre, entiendo vuestra desazón y lucha interna durante
largas noches de insomnio antes de tomar la decisión de desprenderos de
nosotros y mandarnos a colegios, distantes en muchos casos cientos de kilómetros
de vuestras casas, en los que pasaríamos la mayor parte de los años de
internado dado que, vuestros recursos, os impedirían que pudiéramos regresar en
vacaciones, excepto en las de verano, gracias a que ese viaje lo pagaba el Patronato.
Así comenzaron para vosotras unas
vidas marcadas por nuestras largas
ausencias, en muchos casos con vuestros hijos repartidos por diferentes
colegios y diferentes ciudades. Unas vidas de sacrificios y privaciones. Unas
vidas jalonadas por despedidas en tristes y sucias estaciones de tren, lento
trascurrir de días y meses de ausencias, esperas ilusionadas de nuestras
cartas, cuando aprendimos a escribirlas
y reencuentros gozosos por nuestro volver a casa.
Nosotros, a su vez, en muchos
casos niñas y niños pequeños, no alcanzábamos
a comprender por qué teníamos que separarnos de vosotras, de nuestros
hermanos y de nuestro hogar.
Fueron pasando los años y cuando
volvíamos a casa, comprobabais como íbamos cambiando y desarrollándonos, física
e intelectualmente, sin vosotras poder intervenir en ese cambio. Por eso y para
evitar que termináramos siendo unos extraños, aprovechabais el tiempo que
estábamos juntos para saber de nosotros, de nuestras inquietudes, de nuestras
vidas, de nuestro devenir diario, de nuestras formas de pensar y nos mostrabais
las vuestras, con consejos que no siempre eran tenidos en cuenta por nuestra parte. Os enorgullecíais con nuestros
triunfos y sufríais con nuestros fracasos.
Cuando terminamos los años de colegios
y de estudios, unos antes que otros, y comenzamos a abrirnos camino en la vida,
vosotras estabais ahí, sin
interferir en nuestras decisiones pero
apoyándonos cuando las cosas se nos torcían y ofreciéndonos siempre el refugio, el ánimo y el sosiego que
necesitábamos.
Con el tiempo, muchos formamos
nuestras familias y cuando tuvimos hijos, vuestros nietos, os volcasteis en
ellos con toda vuestra capacidad de querer; como si quisierais recuperar el
tiempo que no pudisteis disfrutar de nosotros.
Cuando llegó vuestra hora, esa
fecha inexorable marcada desde el mismo momento de nuestro nacimiento, unas os
fuisteis con el sufrimiento de no saber qué iba a ser de nuestras vidas, otras,
por el contrario, tuvisteis tiempo de vernos salir adelante y os fuisteis
tranquilas con la satisfacción del deber cumplido. Pero todas, unas y otras, lo
hicisteis de la misma manera que habíais vivido, con entereza, enfrentándoos
solas ante el destino y como si pidierais perdón por las molestias que vuestra
partida pudiera ocasionarnos. En esos momentos, es cuando algunos nos dimos
cuenta de que os habíais ido sin que, por nuestra parte, preocupados con
nuestros problemas, hubiéramos encontrado
tiempo para manifestaros nuestro agradecimiento por todo lo que habíais
hecho por nosotros.
Cuando os fuisteis, se nos cortó
esa especie de cordón umbilical que nos unía con lo que representaba nuestro
pasado. Pasado de huérfanos, pasado de :”Si, esos hermanos huérfanos del 3º-A” o
“ ¿Por quién pregunta?...ah , la viuda que vive en el 5º”.Pasado con luces y sombras , con alegrías y
tristezas, con noches de llantos en el
silencio de los dormitorios, con risas en el convivir con nuestros compañeros,
con el ir forjando nuestra personalidad en
soledad entre tantos otros , pasado de valernos por nosotros mismos
desde muy pequeños, con gozos en nuestros viajes de regreso a casa y pesadumbres
en los de retorno a los internados , en fin, pasado con años de separación de
vosotras.
Con el tiempo se formó una
Asociación en la que nos hemos ido integrando muchos de nosotros, de vuestros
hijos, y en nuestros encuentros hemos ido reviviendo ese pasado que la memoria
selectiva ha ido dulcificando y del que nos sentimos orgullosos, de él y y
sobre todo orgullosos de vosotras.
Por eso, en esta décima reunión anual hemos decidido haceros
un homenaje, a las que os fuisteis y a las que todavía vivís para suerte y dicha
de vuestros hijos.
Con todo el cariño y dedicación
por parte de la que la ha hecho, se ha confeccionado una orla para lo que ,setenta
de nosotros ,encantados de hacerlo, hemos mandado vuestras fotos .Ahí estáis,
guapas a rabiar , setenta mujeres ,en representación de tantas otras ,en una
orla encabezada por un rótulo que dice: Madres Coraje. Setenta mujeres, de
aspectos distintos, de vidas distintas, de lugares distintos, de costumbres
distintas, de niveles culturales distintos, de caracteres distintos; la
mayoría, desconocidas entre sí, pero todas unidas por un hilo conductor común:
la viudedad no deseada y el sacrificio por nosotros.
Como escribí hace años, fuisteis mujeres, que
tuvisteis que afrontar la vida solas. Mujeres, que asumisteis el papel de padre /madre. Mujeres
que, de pronto, os visteis participando en un juego del que no os habían
explicado las reglas. Mujeres valientes, forjadas en el luchar cotidiano para que
saliéramos adelante. Mujeres que mantuvisteis viva en nosotros la llama del
recuerdo de nuestros padres. Mujeres, que
vencisteis vuestros miedos para que nosotros estuviéramos tranquilos.
Heroínas anónimas de historias que nadie contará. Mujeres, que llevasteis
vuestras carencias con dignidad .Mujeres, que no pedisteis nada a cambio y que
sólo aspirabais a que, el día de mañana, nos sintiéramos orgullosos de vosotras.
Mujeres, que hicisteis lo que vuestro instinto de madre os dictó que debíais
hacer. Mujeres, que sufristeis en silencio para no hacernos sufrir. Mujeres,
que os alegrasteis a gritos para que nosotros nos alegráramos con vosotras.
Mujeres luchadoras por lo vuestro, que éramos nosotros. Mujeres que supisteis
ser y algunas lo sois todavía, auténticas señoras, auténticas damas, auténticas
madres coraje.
Para terminar, permitidme que me despida de
vosotras como nos enseñaban de pequeños, en los colegios, cuando escribíamos
las primeras cartas.
Recibid
un beso de uno de vuestros hijos, que lo es.
Lucas
No hay comentarios:
Publicar un comentario